martes, 10 de diciembre de 2013

Felicitación Navideña

Nuevamente, un año más, vuelvo a dedicarles un pequeño relato a modo de felicitación navideña.


          Oscureció  al tiempo que nos acercábamos al puerto de Cádiz, la ciudad que brillaba en el horizonte como una árbol navideño.


        Atracamos en el embarcadero, dejando atrás la frialdad del mar,  sintiendo en el alma  esa paz de quien ya se sabe a salvo.

Volver a tierra firme en Nochebuena era motivo más que suficiente para sentirse feliz y había que celebrarlo, así que nos perdimos por las calles más próximas,  en busca de un lugar cálido donde refugiarnos, que nos ofreciera un plato caliente y un buen vaso de vino. Caminamos unos metros y descubrimos muy cerca aquella extraordinaria tienda que rezumaba magia por todas sus esquinas. Nos acercamos curiosos hasta el ventanal más grande, nos asomamos dentro y vimos, perplejos y asombrados, que las paredes del interior estaban llenas de pequeños cajas que subían desde el suelo hasta el techo. Parecían estar cargadas de regalos.

Algunas personas entraban en busca de algo que no atinábamos a vislumbrar. Lo hacían serias, preocupadas, algunas incluso compungidas y pesarosas, pero aquella tristeza que mostraban al entrar,  se desvanecía al tiempo que un joven dependiente les atendía amablemente ofreciéndoles algo que bien podría ser un soplo de alegría o una brizna de vida.

        -Disculpe Señor- preguntamos a uno que salía de allí tan contento. -¿Nos puede decir qué venden aquí?- Aquel hombre sonriente, nos miró complacido y muy gentilmente nos contestó: -Aquí venden el mejor sabor del mundo. Aquí venden el aroma entrañable de la Navidad.

FELIZ NAVIDAD


  

Ignacio Bermejo Martínez