Dedicado a todas esas personas que añoran mi poesía, a todas las que en un momento u otro de mi vida, han llamado a mi puerta con la intención de recordarme en un susurro. A todas ellas, GRACIAS, MIL GRACIAS, porque conseguís con vuestro aprecio que no me sienta solo, y que no me olvide nunca de quien soy
Perdido
A veces, las circunstancias personales de tu vida,
te llevan a olvidarte de quien eres,
te empujan hacia un
yo desconocido
que vas descubriendo a cada instante.
A veces, perdemos el timón de nuestro rumbo,
y vamos dando tumbos, de un lado para otro,
sin dirección determinada.
Y cuando ocurre, con la visión cegada,
inmerso en la oscuridad, allí perdido,
extiendes las manos queriendo palpar algo
y solo tocas nada. No hay nada. Nada de nada.
A veces, las circunstancias personales de tu vida,
te inducen a un error irreparable que nos sabes eludir,
y luego, cargado de dolor, cargado de mentiras, de cosas
inservibles,
te quieres dar la vuelta y ya no puedes.
Detrás no hay ya camino,
el tiempo que ha pasado se ha perdido
y solo queda eso que palpas con las manos:
la nada abriéndose ante ti como un abismo.
Amigo, a veces las circunstancias personales de tu vida
te invitan a un comienzo,
y si es así, no tengas miedo, ¡salta!,
salta desesperadamente, y vuela por el aire.
Abre tus brazos como ave
e imprégnate de todo,
de la brisa que
refresca tu cara, de la luz,
con la ilusión de ver como descubres,
en el vacío del salto,
un mundo por delante.
¡Vuela!, amigo, ¡vuela!
con los ojos abiertos, bien abiertos
sabiendo exactamente el valor de lo perdido
pero valiente y decidido, buscando tu futuro.
¡Vuela!, amigo, ¡vuela!
y empújate hacia
arriba,
que a veces, esta vida,
te guarda, inesperadamente, una sorpresa.
¡Vuela!, amigo, ¡vuela!
abriendo bien los ojos
para mirar de frente,
sabiendo que en tu
vuelo has de morir
para nacer de nuevo
en busca de tu suerte.
Ignacio Bermejo Martínez
Escritor y Poeta.